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Miguel García

Festival de Teatro Clásico de Mérida

Festival de Teatro Clásico de Mérida Una de nuestras pasiones es el teatro. Comenzó viendo un clásico, Edipo, en un teatro en Carballo (A Coruña). A continuación os presentamos el saludo de Jorge Márquez, Director del festival, para la edición de este año. Es un espectáculo impresionante por el nivel de las obras que programan y por el marco de gran belleza en el que se desarrollan.
Aprovechad a visitar Mérida. Otra belleza espectacular.

Más información en: http://www.festivaldemerida.es

Más allá de cualquier efeméride

La edición número 51 del Festival de Mérida nace con una doble vocación de rebeldía y progreso; rebeldía ante el conformismo de ser la mediocre edición que sigue a la redonda 50; progreso en el camino sin retorno de consolidación y proyección que el Festival ha emprendido con decidida energía en los últimos años. Esta rebelde y progresiva LI edición -como las precedentes y como las que le sigan- quiere apartarse de la ‘cultura de la efeméride’ que tanto abunda en el mundo de las celebraciones contemporáneas; porque, tratándose del Festival de Teatro Clásico de Mérida, no cabe más -ni otra- efeméride que el Festival mismo: el Festival año tras año, en crecimiento continuo, con independencia del aniversario que cumpla.

En estos últimos tiempos ha arraigado con solidez un modelo de Festival caracterizado por las producciones propias (lo que implica estrenos absolutos), y coproducciones con otros festivales, teatros y empresas teatrales. De este modo, el Festival, tras crear sus propios espectáculos, se extiende en el espacio más allá del recinto del Teatro Romano de Mérida, y en el tiempo extralimitándose de sus fechas estivales. El reciente reconocimiento de los Max a dos espectáculos producidos en 2004 por el Festival de Mérida –‘Yo, Claudio’ y ‘Orestiada’- y a creadores por quienes el Festival ha apostado, como es el caso de Carles Santos, en 2003, premiado este año con tres Max, es un buen indicio de la línea de trabajo que hace ya unos años emprendimos. Además, Mérida se ha convertido en una ‘unidad de producción’ hacia la que vuelven sus ojos otros importantes festivales para nutrir sus programas, y encabeza un movimiento de generación de espectáculos que trasciende la mera exhibición de montajes y a la que, paulatinamente, van uniéndose otros festivales y teatros; síntoma de que los festivales queremos desembarazarnos del anticuado y un tanto reaccionario concepto de ‘festejo veraniego’ y nos vamos adentrando con paso firme en el compromiso profesional e ideológico que el arte en general y las Artes Escénicas en particular deben implicar siempre.

Esta transformación radical del Festival de Mérida ha sido y es posible gracias al empuje incondicional de su Patronato; muy en particular de la Junta de Extremadura, que ha creído en la necesidad del cambio y lo ha liderado y respaldado desde todos los frentes. Pero la sensibilidad y valentía de una decisión política que implica no pocos riesgos y sí muchos esfuerzos se ha visto recompensada en la imagen de calidad y prestigio de que goza actualmente el Festival, y en el respaldo de un público que financia con su entrada más del 40% del presupuesto.

Así, mimada y atendida como el acontecimiento cultural de primera importancia que es, encuentra la LI edición respaldo para su vocación de rebeldía y progreso, y gracias a esto promete salir a la escena del Teatro Romano con el decidido propósito de convertirse, también ella, en una edición única, más allá de cualquier efeméride.

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